Se cumplen dos meses desde que fueron imputados por un tribunal militar y recluidos en la Máxima de El Dorado. Allí, a más de 1000 kilómetros de distancia de sus familias, atraviesan una situación delicada: se han contagiado con paludismo, tienen gastritis y algunos hasta han deseado morir.
El pasado 4 de julio, el tribunal militar quinto de control dictó medida de privativa de libertad y ese mismo día, sin que sus familiares pudieran despedirse, 10 de ellos fueron enviados hasta El Dorado en un avión de la Fuerza Aérea. Allá llegaron muy golpeados, sin la previa revisión médico forense para determinar el grado de lesiones que sufrieron producto de los severos golpes recibidos durante la violenta e ilegal detención dentro del Pedagógico de Maracay en horas de la madrugada del 2 de julio.
Los jóvenes recluidos en El Dorado, como el resto de los detenidos, provienen de familias muy humildes, muchos de ellos inclusive tienen esposas e hijos y otros tienen a sus padres muy viejos y enfermos que están impedidos de viajar por mas de 20 horas vía terrestre, para visitarlos en la cárcel. A dos de ellos nadie los ha visitado aún. La familia de Boris Quiñones vive en Los Andes y no cuenta con los recursos para trasladarse, mientras que Alex González solo tiene a su madre anciana y postrada en una cama. González es el presidente de la Federación de Centros Universitarios de la UPEL Maracay y cinco días después de su detención recibiría su título universitario.
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