El partido, la burocracia, los cargos y los soviets o consejos, todos deben convertirse en “correas de transmisión” de las órdenes de arriba. La Constitución, como instrumento dócil del poder dictatorial, consagra esa realidad, con líder único, omnipotente y permanente. Sociedad totalitaria donde el Estado-gobierno-partido es el único empresario, el único educador, el único comunicador…
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